“No entiendo cómo algunas personas inician su día sin una taza de café”, es uno de los tantos memes que circulan en redes sociales con algún vídeo o imagen de un personaje totalmente destruido por madrugar mientras se toma su café para poder salir de ese deplorable estado.
Y es así para muchas personas, no solamente porque brinda esa carga de energía que todos necesitamos temprano por la mañana, también por el placer de degustar una bebida de delicioso aroma, ya sea completamente negro, con crema o leche, tal vez con algo de azúcar, o acudir a la cafetería más cercana por alguna otra variación más elaborada.
Más que un hábito diario de una persona, en realidad es un común denominador en todas partes del mundo, razón por la cual es difícil no encontrar alguna oficina o centro de trabajo donde no se disponga de una máquina cafetera o un dispensador de café.
Incluso en algunas partes del mundo, el Coffee Break, o el descanso para tomar café, se ha hecho parte del código de jornada laboral, ya que los patrones se daban cuenta que esos 15 minutos de inactividad valían la pena si después la productividad se disparaba gracias a la carga de cafeína.
No solamente energiza, el café también tiene un efecto sanador y de bienestar en las personas con solo percibir su aroma desde lo lejos, y es que ahora se sabe que es capaz de producir dopamina en nuestro cerebro, así es, el neurotransmisor del placer que nos hace sentir felices y plenos.
Nada nuevo, el Coffee Break ha venido a impulsar las empresas desde hace varias décadas
Aunque la pausa para tomar el café implementado sistemáticamente en algunas empresas suena bastante revolucionario, en realidad esta estrategia se ha venido practicando a principios del siglo XX.
Fue Phil Greinetz, quien en la década de 1940 estableció la primera fábrica en Estados Unidos con la tradición de tomarse 30 minutos al día, dividido en dos descansos de 15 minutos, para que sus empleados pudieran levantarse, y tomar un café mientras platican con sus colegas.
Pero esta grandiosa idea no surgió de repente y en condiciones normales. De hecho, data de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando Phil, que tenía una fábrica de corbatas, se quedó sin mano de obra debido a que los hombres tuvieron que ir al frente de batalla.
Así fue el destino de muchas empresas y fábricas, quienes tuvieron que contratar a hombres mayores y mujeres a falta de la fortaleza y resistencia de hombre jóvenes. Sin embargo, aquellos sectores que requerían más fuerza física no podían ponerse al día.
Fue así como Phil Greinetz decidió implementar dos descansos al día para obtener la necesaria carga de energía que podría igualar la fuerza de los trabajadores hombres jóvenes que ya no estaban, obteniendo grandes resultados.
Desde luego, lejos de implementar esta medida por el bienestar de los trabajadores, el Coffee Break se convirtió en algo obligatorio y no remunerado, así que no era nada beneficioso para las personas que podían tener grandes beneficios por esos 30 minutos de paga, o para las personas que son sensibles a la cafeína.
Regulando el Coffee Break para beneficiar a los trabajadores de Phil Greinetz
Fue así como la fábrica de corbatas de Greinetz se benefició durante 15 años de sus trabajadores llenos de cafeína, descontándoles ese tiempo obligatorio de su salario respaldándose de la necesidad de sus asalariados.
Para mala suerte del patrón, en verano de 1955, un inspector de horas salariales se dio cuenta de esta estrategia implementada de forma interna y nada regularizada ante el Departamento de Trabajo del Estado.
Inmediatamente se le ordenó a Greinetz remunerar esa media hora que él mismo implementó, pues de acuerdo a las reglas, los trabajadores deben ser remunerados por toda actividad realizada desde el momento en que entran por la puerta para cumplir su jornada laboral.
Desde luego esto no le gustó para nada a Greinetz quien no dudó en negarse a las órdenes de las autoridades llevando el caso al Tribunal de Distrito, que para desgracia de los trabajadores, le dieron la razón al patrón.
Luego de volver a apelar, en 1956 finalmente el tribunal falló a favor de remunerar a los trabajadores por el Coffee Break. Luego de darse a conocer esta estrategia de la empresa, se popularizó en otras partes de Estados Unidos, donde las empresas de café no tardaron en vender la idea a todo el mundo.