Curiosidades

La civilización Argar, una de las primeras en España de la que poco se ha podido documentar

Tras su surgimiento hace cuatro mil años, El Argar se convirtió en la primera civilización clasista en la Península Ibérica, así como en la primera sociedad del mundo en tener un parlamento. Pero en 1550 a.C., había desaparecido.

El Argar, una cultura temprana de la Edad del Bronce se asentó en la España moderna, es uno de los grandes enigmas de la arqueología española y mundial. Tras emerger en el 2200 a. C., desapareció 650 años después.

Los expertos debaten que se derrumbó en 1550 a. C. ya sé por el agotamiento del recurso natural que lo sustentaba, lo que provoco que la población huyera o muriera de hambre, o por una revuelta popular masiva contra la clase dominante.

La cultura argárica fue “la primera sociedad dividida en clases de la Península Ibérica” – como define la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) –  y la creadora del primer Parlamento del mundo. Tras su desaparición, la civilización se desvaneció de la memoria hasta que un arqueólogo llamado Rogelio de Inchaurrandieta encontró artefactos agárico en 1869 y comenzó a hacer preguntas.

Inchaurrandieta expuso su descubrimiento en el Congreso Internacional de Arqueología de Copenhague (1866 -1912). Habló de una civilización desconocida de la Edad del Bronce que había encontrado en una en una empinada colina del municipio de Totana, en la Región de Murcia.

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Mostró objetos de oro y plata y hablo de una gran ciudad fortificada que carecía de cualquier tipo de conexión con las sociedades históricas conocidas. Nadie le creyó.

Pero en 1987, los hermanos belgas Luis y Enrique Siret llegan a Murcia en busca de perspectivas mineras. Terminaron por confirmar la existencia de la desconocida sociedad, incluido el que había sido su gran núcleo urbano que se extendía 35.000 kilómetros cuadrados por el sureste de la Península Ibérica.

Este sitio fue excavado metódicamente: se conservaron herramientas agrícolas, metales preciosos e incluso restos de princesas.

El estudio El Argar: La formación de una sociedad clasista, de los arqueólogos de la UAB Vicente Lull, Rafael Micó, Roberto Risch y Crsitina Rihuete Herrada, señala que el Argar “es una de las culturas emblemáticas de la Edad del Bronce en Europa.

Los grandes asentamientos en sus colinas, la abundancia de tumbas bien conservadas en el subsuelo de los pueblos, así como la cantidad, variedad y singularidad de los artefactos, han atraído desde entonces la atención de numerosos investigadores”.

Vicente Lull, catedrático de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los más reconocidos expertos mundiales en esta sociedad, admite que el argárico “está de moda”.

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“Vienen especialistas de todo el mundo a interesarse por esta civilización única… es inigualable, con un desarrollo tecnológico de primer orden, que no dejo nada a su paso, pero lo avanzo todo. Es como buscar la civilización pedida”.

Los expertos coinciden en que el descubrimiento de El Argar supuso un quiebre respecto a la Edad del Cobre precedente, en cuanto a desarrollo tecnológico, relaciones económicas, patrones de organización urbana y territorial y ritos funerarios.

Los Sirets, a finales del siglo XIX, excavaron diez yacimientos argáricos y abrieron más de mil tumbas, lo que provocó la destrucción de los restos humanos. Sin embargo, dibujaron cuidadosamente todo lo que encontraron.

La cultura de El Argar es la primera sociedad clasista de la Península Ibérica

“Los asentamientos centrales acumularon una parte importante de los excedentes de producción y de la fuerza de trabajo. Los efectos de dicho control se manifiestan en la normalización de los productos cerámicos metalúrgicos en la restricción de la circulación y uso, sobre todo, de los productos metálicos”, afirman los expertos de la UAB.

Pero no todos los habitantes de estas ciudades acumularon riquezas en la misma medida, como lo demuestran los bienes exhumados de la clase dominante. En 1984, Vicente Lull y Jordi Estévez distinguían tres grupos sociales.

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 La clase más poderosa, compuesta por el 10 por ciento de la población, disfrutaba de todos los privilegios y los más ricos atavíos, incluían armas como alabardas y espadas.

El 50 por ciento de los individuos, en tanto, eran de escasos recursos y tenían derechos sociopolíticos reconocidos, mientras que el 40 por ciento de los residentes estaban condenados a servidumbre o esclavitud.