Tecnología

Samsung y Xiaomi hacen que comparar dispositivos no tenga sentido

Un buen comprador de celulares primero investiga antes de adquirir un dispositivo, desde luego, se debe tener conocimientos de conceptos básicos como resolución de pantalla, densidad de pixeles, RAM, velocidad de CPU, procesador, capacidad de batería, solo por destacar los más conocidos.

Y es que la carrera por fabricar el mejor teléfono se actualiza día con día, donde todos los fabricantes quieren lanzar lo último de la competencia e incluso con un plus más, haciendo que muchas marcas y modelos de teléfonos sean casi idénticas salvo por detalles muy ligeros que únicamente haciendo comparativas exhaustivas podría descubrirse.

Es aquí donde entra el concepto de los test benchmarks, que se trata de pruebas de rendimiento del software de los teléfonos, haciendo comparativas con teléfonos aparentemente similares pero que en estos test se ve el verdadero potencial de cada uno en el uso.

En los test de benchmarks de teléfonos se prueban los límites del CPU, el RAM, el GPU y las unidades de almacenamiento principalmente, aunque también se pueden probar otros aspectos del teléfono.

La práctica de los test de benchmarks ha sido tan antigua como los mismos teléfonos inteligentes, y se ha vuelto cada vez más necesario con la alta competitividad y las nuevas marcas chinas que están llegando con fuerza para competir codo a codo con grandes como Apple, Samsung o Motorola.

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Con el tiempo, estos test pasaron de ser una mera comparativa entre marcas, a ser un referente de confianza para saber realmente cómo se comporta un teléfono siendo usado cotidianamente, pues como sabemos, un teléfono nuevo no servirá igual que uno con aplicaciones instaladas, fotografías, datos temporales y de software, actualizaciones y más ya instaladas.

Sin embargo, Samsung y Xiaomi han estado realizando prácticas que han estado afectando estos test, básicamente porque se les ha sorprendido haciendo cambios en sus dispositivos que no anuncian, afectando al comportamiento de algunos modelos de teléfonos.

Fabricantes dejan de ser honestos con las capacidades de sus teléfonos en los test benchmarks

Las marcas de teléfonos, en medio de la lucha por estar en el primer puesto de innovación a pesar de no tener la tecnología necesaria, están empezando a tomar atajos y traer funciones a nivel software que subsanen la falta de tecnología que los mantendría en el juego.

Saben que la gente quiere teléfonos más potentes y que su batería dure mucho más, pero hasta la fecha esos dos deseos difícilmente pueden coexistir juntos, empresas como Samsung y Xiaomi han optado por ponerles un candado a sus teléfonos a través de su software, que impedirá que su procesador funcione al máximo y se acabe la batería.

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 Esto quiere decir que estas marcas pueden vender teléfonos con un procesador fantástico y dar la promesa de que la batería durará más, así que en las pruebas de benchmark se podrá notar el potencial de ese gran procesador, siendo la envidia de todos.

Pero mantienen en secreto el detalle de que el sistema está diseñado para que el procesador no dé el 100% de su capacidad, así que en el uso cotidiano el usuario jamás podrá experimentar el potencial del procesador al jugar, usar apps de edición y otras funciones que técnicamente deberían de funcional óptimamente.

Y que los fabricantes utilicen todos sus recursos del momento para cumplir la demanda no es lo malo, sino que oculten esta información y prácticamente engañen a sus clientes al mostrar datos de benchmarks que no se ajustan a la realidad al momento del uso.

Xiaomi ha sido el único que ha hablado al respecto, aceptando que ha aplicado estrategias para controlar la temperatura y así brindar una “experiencia óptima” en sus teléfonos, principalmente cuando se utilizan aplicaciones demandantes y que se utilizan de forma prolongada.

Para esto, Xiaomi ha implementado tres diferentes modos de rendimiento, que pone en las manos del usuario la decisión de limitar el rendimiento o darle prioridad. Sin embargo, el sistema tiene sus propios candados de rendimientos fuera del alcance del usuario, tomando en cuenta diferentes factores.

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A partir de ahora, será cada vez más difícil confiar en los test de benchmarks, o los sitios web que nos brindan información para comparar diferentes modelos, pues ya no podremos saber si realmente el rendimiento real estará acorde con la capacidad de sus componentes.