Durante muchos años nos han dicho que la forma en la que escribimos revela más de lo que podríamos aparentar y decir de nosotros mismos. Para un buen conocedor, tu firma ya es una carta de presentación bastante completa… o al menos eso nos han dicho.
Los juegos tipo test de las redes sociales también nos han vendido la idea de que podemos saber más sobre nosotros mismos si echamos un vistazo a nuestra letra y las comparamos con los gráficos que mostraban.
Las películas y series policiaca lo hacen ver como una de las ramas de la piscología o de la criminología, considerando el análisis del experto como una coartada válida para demostrar que alguien puede ser un sospechoso o culpable de un homicidio, pero ¿hasta qué punto esto es real y no la ficción?
Hablemos de la grafología y sus orígenes
“Grafología”, con solo escuchar este término ya impone bastante respeto al sonar igual que muchas otras disciplinas respaldadas por la ciencia, pero a lo mucho puede aspirar es a ser una pseudociencia.
Una pseudociencia se caracteriza por tener una fachada de ciencia, afirmando y desarrollando prácticas y técnicas para demostrar su punto incluso con gráficos y anotaciones que parecieran explicar su punto, pero es imposible de comprobar mediante métodos científicos.
Otros mencionan que la grafología es una técnica de alguna de las ramas científicas como mencionamos antes, que es capaz de determinar rasgos de la personalidad de un individuo, pero igualmente no hay forma de garantizar su efectividad.
Jean-Hippolyte Michon es considerado uno de los precursores de la grafología, sacerdote católico que también era amante de muchas disciplinas como la botánica, historia y arqueología. Él estaba convencido de encontrar un razonamiento detrás de la escritura.
En sus diferentes publicaciones explica sus hallazgos sobre cómo detectar la honestidad, mentira, amor, pereza, avaricia y otros aspectos humanos con solo ver la forma en la que escribía. Sus múltiples idiomas.
¿Esto nos dice algo sobre su veracidad? Lo cierto es que en la época donde transcurrió todo esto, a mediados de los 1800, la ciencia estaba en pañales y prácticamente era considerado una cuestión científica cualquier idea que pudiera explicarse de forma convincente y con aires de intelectualidad.
Hablamos de una época donde la ciencia era más parecida a una alquimia, donde el ser humano apenas se estaba enterando que el aire tiene una “extraña molécula” llamada oxígeno, y que además era responsable del que sus casas ardieran en llamas cuando había suficiente brisa.
En esta época también se popularizó otras creencias pseudocientíficas como la telepatía, o al menos eso creía William Thomas Stead, importante periodista de la época e investigador que aseguraba poder realizar entrevistas o hacer que su secretaria tomara notas telepáticamente, creando escritos sobre el tema bastante convincentes y con gran relevancia.
John Lubbock, científico e historiador de gran reputación también le hablaría al mundo sobre sus hallazgos sobre cómo los perros eran tan inteligentes que eran capaces de leer. Lubbock realizaría investigaciones y experimentos con fundamentos pseudocientíficos y se ganó la admiración de muchos.
Y así podríamos seguir con los “grandes ilustres” de la época que se ganaron la fama y el reconocimiento de la sociedad tratando de llevar un globo aerostático al espacio como los hermanos Coxwell, creando máquinas para comunicarse con extraterrestres en Marte como Schiaparelli, practicando la Optografía, una “ciencia” que aseguraba que cortando el ojo de cadáveres asesinados podrían obtener imágenes de lo que presenció antes de morir, y la lista continúa.
Entre clickbaits y estafas, así se vive la grafología en la actualidad
En una era donde el clickbait (anzuelos para hacer que las personas hagan clic sobre un enlace) es una práctica sucia tan común, muchos escritores de artículos se alimentan del morbo de muchos usuarios que desean ver algo fantástico.
Esta fue la razón por la que la grafología se hizo muy popular durante el auge de Facebook, y actualmente podemos verlos en los títulos de sitios de noticias amarillistas, asegurando que pueden desvestir la personalidad de una persona famosa con solo ver su autógrafo.
Cualquiera podría creer con toda la información y avance científico que hay en la actualidad, las pseudociencias ciertamente no tienen oportunidad de vivir, pero nada más lejos de la realidad. Tan solo veamos el gran negocio del tarot y los videntes.
Es así como la grafología se ha podido colar en el área de la criminología, investigación criminal y criminalística, donde por más títulos, cursos y diplomados que se cursen para hacer un trabajo excepcional, nada los prepara para tener nociones sobre ciencia y cómo diferenciar la charlatanería.
Ahora podemos ver muchos departamentos por el mundo con su área de “grafología criminal”, utilizando sus técnicas para poner a un criminal tras las rejas. Pero entonces, ¿en qué estamos fallando?
Como menciona Cristian Sandoval, con experiencia dentro de la Federación Mexicana de Criminología y Criminalística, y especializado en el área de investigación científica, menciona que en algunos lugares se carece del entusiasmo científico.
Menciona que toda técnica o herramienta que podría utilizarse como una aliado para lograr un objetivo, siempre deberá ser sometido a validación científica y asegurarse de verificar su fiabilidad.
Dichas prácticas no deben darse por sentado, deberá de presentarse como una hipótesis y luego ser sometido a diversos estudios para poder tener el “sello de garantía”, y así evitar el llamado efecto Barnum o falacia de validación personal, es un fenómeno psicológico donde una persona hace creer que cierta descripción genérica se ajusta a una persona.
Popularmente lo vemos en los horóscopos semanales de los diarios y las revistas, donde se menciona una premonición genérica y al azar a los diferentes signos zodiacales, las personas al identificar algo propio (su signo zodiacal) se apropiarán de esta información genérica (la premonición de su signo).
Desafortunadamente, si no se tiene una preparación adecuada sobre los métodos científicos o al menos cómo diferenciar entre una ciencia y una pseudociencia, estas últimas siempre podrán acomodarse y permanecer ahí camuflados hasta que alguien se dé cuenta y le haga rendir cuentas bajo escrutinio científico, algo que puede tomar demasiado tiempo.
Y no se trata de un camino sin recorrer, con anterioridad ya se han hecho pruebas para al menos conocer el índice de concordancia, fue así como Luigi Pedrabissi y Carla Dazzi sometieron a 101 personas al famoso cuestionario Big Five Questionnaire y a una prueba grafológica al mismo tiempo, donde los resultados no coincidían para nada.
La American Psychological Association también publicó las conclusiones luego de que varios investigadores pusieran a prueba estas técnicas en 1986. Concluyeron que los resultados obtenidos por expertos grafólogos y otras personas sin conocimiento realmente eran similares, es decir, las técnicas de grafología ni siquiera están estandarizados y no son sólidas, pueden variar en cualquier momento y traer resultados aleatorios.
Entonces, ¿Cuál es la forma científicamente respaldada para revelar la personalidad?
Para decepción de muchos, no existe una forma de conocer la personalidad de alguien sin que se dé cuenta, como a través de su escritura, firma o analizando sus movimientos corporales. Las únicas técnicas comprobadas requieren de la participación directa y voluntaria del sujeto en cuestión.
Ellos tendrían que realizar pruebas como el Test de RORSCHACH, una de las más populares en el área de la psicología y los filmes, se trata de la famosa prueba de la mancha de tinta donde el sujeto debe responder algunas preguntas del experto, dichas respuestas se pondrán en análisis para determinar algunos rasgos de su personalidad.
El Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil (TAMAI), suele ser utilizado para detectar los diferentes rasgos y patologías que ya se pueden detectar a edad temprana, entre ellas encontramos problemas de adaptación que se ven reflejados como actitudes de autodesprecio, infravaloración, problemas para seguir reglas, pesimismo, entre otros.
El Test de Cleaver es muy utilizados en el ámbito de reclutamiento laboral, este puede revelar aptitudes y habilidades que frecuentemente se requieren en una empresa como la forma en la que actúa bajo presión, cumplimiento de algunas competencias para cierto puesto, entre otros.
Otro cuestionario de personalidad es el Test MMPI (Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota, por sus siglas en inglés), es similar al test para niños pero enfocado en los adultos. Sus resultados pueden ser claves para detectar problemas psicopatológicos a nivel mental o clínico.
Finalmente mencionaremos al test GOODENOUGH, normalmente aplicado en niños para determinar su desarrollo psicológico y su madurez mental, todo mediante un dibujo de una persona. Y la lista de test con aprobación científica continúa, siendo los únicos que pueden traer resultados más fiables y bajo fundamentos.